La Influencia de los Filmes Escandinavos en el Cine Mundial

Texto Por: Luis G. Jansen
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Melancholia. Lars Von Trier. 2011.

El cine como arte, como lo conocemos, es el producto de años de desarrollo y evoluciones. Mucho se habla de las influencias que delimitan a los autores de los más grandes trabajos cinematográficos de la historia, y esto no es casual. Woody Guthrie le instruía a Bob Dylan: Copia todo lo que puedas, si eres un artista harás una obra de arte; si no lo eres, harás un plagio.

Si bien la industria del cine está actualmente dictada por la producción norteamericana, la influencia artística cinematográfica históricamente quizás se le deba al viejo continente. Aún mientras los asiáticos y el Nuevo Cine Latinoamericano (dueño de mi chauvinista corazón) significan importantísimas metamorfosis en el cine inteligente, la deuda artística con Europa es la más grande. La imagen en movimiento nace en Europa hace más de 120 años, y ahí mismo emergen los primeros artistas del cine (y la eterna relación de amor y odio, entre arte y entretenimiento).

Europa es grande y vasta. Culturalmente inmensa. Su arte debe ser observado de manera parcial, geográfica e históricamente. En este caso preciso, se pretende intentar curiosear en la cinematografía escandinava y su influencia en lo que conocemos hoy en día como cine de arte.

El cine escandinavo es bien conocido por su inclinación a lo experimental, además de su importante contribución al realismo social y psicológico. También ha sido caracterizado por su bien logrado coqueteo con el existencialismo.

Por razones meramente generacionales, iniciamos con el interminable vanguardista Lars Von Trier, el fóbico y depresivo danés, que resulta tan fácil de amar u odiar. Provocador incorregible que mantiene un reto constante a las formas y capacidades de la narrativa fílmica. Revolucionario por antonomasia, experimento de estilos y expresiones. Lars Von Trier es, sin dudas, el más creativo e innovador director del cine moderno. Retratando profundamente la identidad europea, ha desarrollado una interesante y controversial filmografía de curiosa variedad.

Los trabajos de Lars Von Trier, complejos e imperdibles, atraviesan de forma circunferencial el listado de géneros cinematográficos, acariciando el balance entre forma y fondo. Zentropa (1990) dibuja el delicado tema de la extraña Alemania post bélica, utilizando una fotografía grisácea con algunos elementos monocromáticos; impone un estilo visual emulado por diversos directores, incluyendo Spilberg en Schindler’s list (1993). En Dancer in the dark (2000) viene a redimensionar el musical, empujando los cánones convencionales; mientras, Five Obstructions (2003) es uno de los más originales experimentos del cine moderno que he tenido el chance de ver, arquetipo de un reto a la ética y a la estética. Su The Idiots (1998) marca el inicio del más importante movimiento cinematográfico de los últimos tiempos.

Lars Von Trier pertenece a la camada de talento danés, que se rebeló contra los convencionalismos de las ultimas 2 décadas del pasado siglo. Junto a Susanne Bier, Thomas Vinterberg, entre otros, impulsaron el movimiento denominado Dogma 95. Influenciados por el cine soviético, el Neorrealismo Italiano y la Nueva Ola Francesa, cambiaron por siempre al séptimo arte en cuanto a forma y narrativa. El Dogma, aunque escandinavo, se concibió desde su inicio como un movimiento global, y su alcance así lo fue. Imprimieron frescura y vitalidad en el cine del mundo.

Sin embargo, no se puede hablar de cine de arte escandinavo, o de donde sea, sin mencionar el nombre de Ingmar Bergman. El maestro sueco, es la definición encarnada de revolución visual y artística. Bergman fue definitivamente un ambicioso artístico y uno de los más influyentes directores de toda la historia. Fue el primer existencialista que tuvo el cine, y junto con Federico Fellini, son los responsables de que el cine sea la disciplina artística moderna.

Bergman fue capaz de lograr que un medio que solo era capaz de mostrar el exterior de las cosas, nos transmita los misteriosos movimientos de la mente. Con soberbias fotografía y edición, plasmó obras referenciales de la historia del cine. Persona (1966) con un personaje silente en el centro de la trama, expone la forma en que un personaje devora su contraparte en su interior, dejándolo intacto por fuera. El estilo visual de Persona es de antología, y Bergman lo repite con una narrativa más cruda en Hour of the Wolf (1968). Con Through a glass darkly (1961) reseña la desintegración interna de un personaje y en Séptimo Sello (1957) apunta cruciales temas existenciales.

Un poco antes que Bergman, el mundo recibió determinantes influencias los trabajos de Carl Th. Dreyer. Dreyer, danés, un gran técnico, fue creador de trabajos como La pasión de Juana de Arco (1928), considerada como una de las películas más influyentes de toda la historia. Dreyer tiene la característica distintiva de que fue un director sumamente influyente, tanto en la era silente como después del sonido.

Otros trabajos interesantes han sido desarrollados por directores contemporáneos por igual: Moodysson, Hamer, Kaurismaki. Y muchos otros, contemporáneos y clásicos, que escapan de esas líneas.

Ahora bien, no es un evento fortuito la madurez artística (y en materia de cine, sobre todo) de los Países Nórdicos. Dentro del estado de bienestar, la región implementa el sistema socio-económico “modelo nórdico”. Entre las características del mismo, se encuentra la ocupación en desarrollar el arte y la cultura local. Ahora bien, el cine es un arte caro, de los más caros que existen. Y Escandinavia es un mercado pequeño, con limitantes de índole idiomático. Por lo tanto, para lograr el desarrollo de la industria cinematográfica que han logrado, ha sido determinante la intervención del estado. El cine escandinavo recibe un importante apoyo estatal orientado a garantizar la diversidad fílmica y el enriquecimiento cultural, y sin estos incentivos el cine escandinavo no fuese lo que es.

La experimentación estética y profundidad introspectiva del cine escandinavo, ofrecen una magnifica alternativa a las corrientes convencionales globales.

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El Séptimo Sello. Ingmar Bergman. 1957.